
Análisis de The Outer Worlds 2: Obsidian juega a lo seguro y le vuelve a salir bien
Análisis de The Outer Worlds 2: Obsidian juega a lo seguro y le vuelve a salir bien
Obsidian apuesta fuerte por su identidad y entrega una secuela que mezcla las bases y condiciones de un RPG clásico, tiros en primera persona y un universo cada vez más sólido.
Obsidian apuesta fuerte por su identidad y entrega una secuela que mezcla las bases y condiciones de un RPG clásico, tiros en primera persona y un universo cada vez más sólido. Lejos de buscar una revolución, el estudio se concentra en pulir detalles y reforzar su sello con decisiones que importan, diálogos afilados y un mundo que reacciona y conecta con lo que hacemos.
La historia nos lleva a Arcadia, una colonia espacial al borde del colapso. Nos ponemos en la piel de un agente de la Junta Terrestre que tiene que investigar unas grietas espaciales que ponen en jaque la producción de aceleradores especiales, clave para los viajes interplanetarios. Como era de esperar, el conflicto escala rápido y terminamos atrapados en una guerra silenciosa entre corporaciones, cultos religiosos y facciones científicas que se disputan el control del sistema.
En lo jugable, Obsidian sigue cómodo con su fórmula. Cada misión se puede resolver de mil maneras ya sea a los tiros, por atrás, con hackeos, chamuyando o usando información en contra de otros personajes. Esto último es una mejora con respecto al anterior porque el título se va a encargar constantemente en que sepas que algo te falta a la hora de afrontar tus elecciones ya sea que no hayas leído una terminal o encontrado unos documentos entre las pertenencias de algún muerto por ahí. Es fácil sentir FOMO en el transcurso del título por esto que mencionaba recién, que aunque para los más puristas puede derivar en perder un poco la inmersión, en mi caso siento que es un acierto por el tono más relajado de las mecánicas de elecciones.
Un mundo más denso con grandes alternativas
El diseño de niveles mejoró bastante respecto al primero, con más caminos ocultos, atajos y rincones que valen la pena explorar. Potenciado claro está con un diseño de escenarios casi perfecto en el que la narrativa ambiental juega un papel crucial a la hora de que entendamos en donde estamos. Todo está posicionado de manera correcta y podría decir casi sin aleatoriedades, incluso esos lugares ocultos en el mundo que en el papel solo sirven para que el explorador nato sienta satisfacción al encontrarlos.
En relación a esto, una de los problemas que tenía la primera entrega eran sus escenarios en cuanto a extensión y densidad. Era fácil intentar perderse por ahí y prácticamente estar en un desierto planetario con una que otra especie salvaje. En esta secuela, si bien no se perfecciona esta dinámica, como quizá lo hizo el Avowed a comienzos de año, logra que cada escenario sea más denso y se sienta más gustoso el explorar.
Más looter que shooter
Si sos más de los tiros que de hablar, hay buenas noticias ya que The Outer Worlds 2 funciona sorprendentemente bien como shooter-looter. Se acabó el límite de peso, así que podés juntar todo lo que no esté clavado al piso. Las armas se sienten mejor, hay más variedad y algunas son directamente una locura divertida. No es el shooter más pulido del mercado, pero es adictivo y muy disfrutable. Cada variedad de armas, y si que las hay, se sienten de manera distinta, y algo propio de la filosofía “rara” o “super rara” desemboca en combinaciones que destacan visualmente e incluso en su uso, como lo puede ser un arma que tiene disparos teledirigidos u otra que dispara dardos, en vez de balas.
Uno de los grandes puntos altos vuelve a ser el grupo de compañeros. Cada uno llega desde una facción distinta y tiene su propia mirada del mundo. No solo acompañan en combate, sino que aportan conflictos, opiniones y dilemas que atraviesan toda la historia. No están ahí de adorno porque sus decisiones influyen, chocan con las nuestras y muchas veces nos obligan a replantearnos qué carajo estamos haciendo. El arco de cada uno de ellos nos invita a explorar cada centímetro de las distintas facciones del juego con sus pro y sus contras a la vez de cómo estas afectaron a nuestros compañeros.
Una de cal, otra de arena
Uno de los sistemas más originales vuelve con fuerza: las “flaquezas”. El juego analiza cómo jugás y te ofrece ventajas a cambio de penalizaciones permanentes. ¿Recargás todo el tiempo? Listo, cargadores más grandes, pero hacés menos daño si los vaciás o por ejemplo, si estás mucho tiempo agachado, bueno, podés avanzar mucho más rápidos pero tus rodillas suenan más cada vez que lo haces y tus enemigos te escuchan desde una distancia mayor. Este tipo de decisiones le suma muchísimo al costado rolero y hace que cada partida sea distinta.
Así mismo, el único punto que puede jugarle un poco en contra es que salió muy cerca de Avowed, otro RPG de Obsidian. Comparten estructuras, ideas y hasta parte del equipo creativo, lo que hace que algunas similitudes se noten. Igual, lejos de ser un problema grave, demuestra que el estudio tiene una identidad clarísima y muy afilada que perfeccionó poco a poco a lo largo de sus varios títulos. Con Pentiment trajo la variedad de diálogos a la mesa, con The Outer Worlds unos tiros acordes y con Avowed un mundo creíble.
The Outer Worlds 2 es una secuela sin sorpresas enormes, pero muy bien ejecutada. No arriesga, no rompe moldes, pero hace todo mejor que antes. Obsidian demuestra que entiende a su público y entrega exactamente lo que promete, un RPG sólido, divertido y con mucha personalidad porque después de muchos años podemos decir que ya no es Fallout New Vegas 2 espacio sino que que ahora es una saga que se banca sola.
Agustín Aizama
Periodista. Respiro y hablo videojuegos desde que soy chico. Siempre encuentro el momento para jugar al lanzamiento de turno o un simulador de vida japones del 2002 con una taza de café negro al lado. Fan acérrimo del Jefe Maestro y el Doom Slayer y de los FPS en general pero tengo un problema, mantengo una relación tóxica con Call of Duty.