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1 diciembre 2022

Reseñamos: God of War: Ragnarök

El hielo y el trueno chocan para darnos una de las mayores aventuras en los videojuegos



Siempre fui un gran fan de la saga God of War. Jugué todos los juegos a medida que fueron saliendo y me enamoré de la historia de Kratos, de él como personaje y del mundo construido por la saga. Siempre fui más fanático de los God of War clásicos. Sin embargo, God of War 2018 me encantó, y me pareció un lavado de cara necesario para la saga, pero aun así mis preferencias siempre se quedaron en los juegos anteriores.

Cuando ví por primera vez el anuncio de God of War Ragnarok tuve una mezcla de sensaciones. Sentí obviamente emoción por una nueva entrega de mi saga favorita, pero al mismo tiempo estaba algo excéptico, ya que veía que el juego iba abandonando las raíces que tanto me gustaban y tomando definitivamente otro rumbo.

Ya habiendo dejado en claro el contexto en el cual encaré este videojuego tan trascendental para la industria actual como para mi personalmente, te daré mi opinión libre de spoilers sobre God of War Ragnarok, y porqué como un fanático de antaño de la saga God of War lo considera un título imprescindible para todos aquellos que le tenemos amor a esta franquicia.

Esta reseña NO contiene spoilers.



En primer lugar, tenemos que hablar de su historia. Para poder jugar Ragnarok tenemos que haber jugado previamente, como mínimo, al God of War de 2018, ya que los sucesos están conectados directamente con todo lo que va a pasar en Ragnarok. Ahora, para poder entender en dónde nos estamos metiendo, veo necesario contextualizar al juego con su título: Ragnarok signfica aquella batalla del fin del mundo en la mitología nórdica, en donde se pone en juego la vida y el destino de los dioses, y es ese el eje en el que se va a encontrar nuestra narrativa. No sólo en lo explícito, sino también como una anticipación de entender en dónde nos estamos metiendo: El Ragnarok es aquel punto de inflexión que sucede en la mitología nórdica en donde todo cambia, y esa exactamente la premisa del juego, aquellos sucesos puntuales que componen a la idea de que va a ocurrir un cambio rotundo para la vida y el destino de nuestros personajes.

Para tranquilidad de muchos, tenemos que saber que todas aquellas incógnitas que nos propuso God of War (2018) encuentran sus respuestas en Ragnarok, y es que el juego no se reserva en nada a la hora de responder aquellos secretos que uno venía a buscar.

La historia de God of War: Ragnarök no es para nada predecible. Nos esperan varias sorpresas en esta aventura.

Cabe remarcar que la historia no es para nada predecible. El juego se jacta en contar una historia arriesgada: Con muchos puntos de giro y sorpresas a lo largo de su narrativa, ya desde las primeras horas del juego. Todo está plagado de sorpresas de las cuales ninguno se esperaría.

Lo lindo de la historia de Ragnarok es que, más allá de su conflicto principal, nos cuenta muchas historias del contexto que estamos viviendo y además se toma la libertad de indagar mucho en lo que fue la historia de Kratos en Grecia.

El juego tiene una dinámica perfecta en contarte estas historias en plena jugabilidad como también en elegir los momentos indicados para dar una pausa y contar los hechos trascendentales en cinemáticas enlazadas con la jugabilidad por medio de transiciones que son dignas de un trabajo cinematográfico.

Nos vamos a encontrar con una historia maravillosa y que no nos va a dejar para nada indiferentes. Ragnarok tiene un gran mérito que es que, no sólo aquello que propuso God Of War 2018, sino también los anteriores títulos, llegan a su punto culmine en este juego, logrando así un círculo perfecto que se cierra sin ninguna grieta.



Ragnarok pone un eje muy particular en Atreus, que ya es unos años mayor con respecto a 2018. Estamos hablando de un personaje que está atravesando su adolescencia, y esta característica es fundamental para poder entender las motivaciones del mismo. Nos vamos a encontrar con un Atreus en plena rebeldía, con deseos muy fuertes para encontrar su identidad y comenzar a tomar acción por él mismo.

Aun así, nuestro principal punto de vista es y siempre fue Kratos, y es en este God of War donde podemos entender más que en otros títulos su evolución: Vamos a empatizar tanto lo que él vivió en Grecia como también acompañarlo en todo lo que él está viviendo dentro del Ragnarok

El Thor de Ragnarök es posiblemente la mejor adaptación de este personaje en cualquier obra audiovisual.

Más allá de nuestros dos personajes principales, también tendremos una gran variedad de personajes secundarios muy bien construidos, aún mejor que en el anterior título. Todos los personajes secundarios que se nos presentan tienen un trabajo en su profundidad que se encuentra a la altura de la magnitud del juego.

Me gustaría remarcar la magnífica construcción e interpretación que tienen los antagonistas en este título: Son enemigos que no sólo inspiran miedo, sino también respeto. Haciendo una mención especial en Thor, posiblemente la mejor adaptación de este personaje en cualquier obra audiovisual



Si hay algo que siempre remarcó a la saga es lo satisfactorio que es su combate, y God of War Ragnarok no se queda atrás: Si bien muchos temíamos con que pueda llegar a ser un calco con lo que fue en 2018, Ragnarok se caracteriza por tener un combate más fluído y dinámico, imponiendo una personalidad propia, evolucionada de su título anterior.
Empezaremos con nuestra hacha y las espadas del exilio, pero también nos iremos encontrando a lo largo de la aventura diferentes armas y mecánicas de combate para poder hacer de cada enfrentamiento una experiencia única.

En cuanto a los enemigos que nos encontraremos en el camino, Ragnarok hizo una evolución agigantada, dándonos muchísima más variedad en el diseño de los mismos y en las formas que tenemos para enfrentarlos. Es masiva la cantidad de diferentes enemigos que nos encontraremos en el camino, tanto en pequeños enfrentamientos, en mini bosses, como también en jefes de mayor dificultad. Todos ellos con un estilo y una mecánica diferente que hará que cualquier combate se sienta único y satisfactorio.

La cantidad de enemigos a enfrentar en el juego es masivo. Cada combate se siente único.

Ragnarok también innova en lo que es la personalización de nuestro personaje. Si bien el juego anterior nos daba a elegir diferentes formas para personalizarnos, este título enfatiza mucho más en este apartado, permitiéndonos adaptar estas herramientas a nuestro propio estilo de juego.

Considero que el apartado más rico y entretenido de God of War Ragnarok son sus misiones secundarias. Lejos estamos de encontrarnos con recados o pedidos insignificantes que simplemente le agreguen horas al juego. Todas estas misiones tienen un peso narrativo por sí mismas, y ayudan a construir la enorme magnitud del mundo que nos rodea.

Otro gran acierto es el diseño de sus niveles. Proponiendo una verticalidad mucho mayor a cualquier otro título de la saga, y generando una necesidad de exploración en cada nivel que siempre está plagado de sorpresas y grandes recompensas, tanto en los objetos que nos encontremos en el camino como en la experiencia misma que ofrece cada uno de ellos.

Preparate para tener la mandíbula por el piso haciendo las misiones secundarias de God of War: Ragnarök.

Así como el juego anterior, God of War Ragnarok está plagado de puzles innovadores para lo que es la saga y sumamente adictivos de realizar. Lamentablemente, es este apartado donde se encuentra lo más negativo del juego. Es la constante la ayuda que recibimos para resolverlos, y se convierte en algo exasperante tener todo el tiempo a tu compañero dandote pistas explicitas desde el primer momento para que encuentres las soluciones.
Esto es algo que le saca toda la magia a los puzles que se encuentran muy bien construídos, y destruye todo el componente desafiante que tienen estos desafíos.

Esto ocurre mayormente en los puzles de la historia principal. Entiendo que la decisión de esto es para no romper el dinamismo y el ritmo del juego, y el no estancarnos para poder seguir avanzando en la historia, pero siento que se abusa mucho de este apartado y termina siendo peor el remedio que la enfermedad.

Otro de los puntos negativos que tengo para remarcar es su nivel de dificultad. Terminé God of War Ragnarok en la dificultad normal, y sinceramente me resultó muy fácil poder superar las peleas que anhelaba que supongan un desafío para mi. Supongo que esto tiene que ver con lo acostumbrado que estoy yo, personalmente, en las mecánicas de combate que propone el juego.

Aun así, Este es un problema que se resuelve simplemente subiéndole la dificultad, donde entiendo que su mayor nivel supone un verdadero desafío, aún para los jugadores más experimentados.



En lo visual, Ragnarok es sencillamente un espectáculo. Tendremos los 9 reinos disponibles para poder recorrerlos a nuestro placer, todos llenos de sorpresas, con una estética muy marcada y bien construida. Los diseños de cada uno de los reinos son preciosos y vale la pena recorrerlos y explorarlos todos, aún aquellos reinos que hemos visitado en el juego anterior, ya que en Ragnarok tienen ciertos cambios que los hacen mucho más disfrutables en esta entrega.

God of War: Ragnarök es, simplemente, un espectáculo para nuestros ojos.

Realmente recorrer todos los reinos son un espectáculo visual que pocas veces he visto en un videojuego. Varias horas que invertiremos en el juego serán de simplemente estar obnubilados mirando nada más el paisaje. Que estos lugares tan bien diseñados, además estén cargados de interacción y secretos por descubrir, convierten al videojuego en una experiencia explosiva que nunca nos dejará descansar la sonrisa de nuestro rostro.



Habiendo terminado Ragnarok, miro en restrospectiva lo que fue God of War 2018 y logro apreciar mucho más aquel lavado de cara que tuvo la saga. Siento al anterior título como un punto de quiebre sumamente necesario para permitirnos disfrutar de esta alucinante experiencia.
Hablo como fanático de antaño de la saga cuando digo que todo lo que propone Ragnarok es el camino correcto que debió tomar God of War.
Los puntos negativos que puede llegar a presentar el juego terminan siendo insignificantes ante, sin lugar a dudas, una de las experiencias más asombrosas que alguna vez he jugado.
God of War Ragnarok es un juego arriesgado, no sólo en lo narrativo, sino también en lo jugable. Es todo lo que un videojuego triple A debería aspirar a ser.

God of War Ragnarok deja una vara altísima para los juegos de gran calibre, convirtiéndose en una obra maestra que quedará marcada a fuego en la historia de los videojuegos.


Manuga

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