Game Review: The Alters

Game Review: The Alters

Game Review: The Alters

¿Cuántas vidas distintas hacen falta para sobrevivir en un planeta hostil?

The Alters es la nueva propuesta de 11 bit studios, los responsables de This War of Mine y Frostpunk. Fieles a su historial, vuelven a combinar supervivencia, narrativa y gestión, pero esta vez lo hacen en clave de ciencia ficción, con una idea central tan simple como perturbadora: sobrevivir creando otras versiones de vos mismo. Disponible en PC y consolas, lo probamos en PC, donde se lució en lo visual aunque mostró algunos tropiezos técnicos.

Esta Game Review está libre de spoilers.
¡Es seguro seguir leyendo!

La historia comienza con Jan Dolski, único sobreviviente de una expedición espacial fallida. Aislado en un planeta desconocido y con mínimas chances de rescate, descubre una sustancia llamada Rapidium. Ese hallazgo no solo puede salvarlo, también le da la posibilidad de fabricar “alters”: variantes de sí mismo con trayectorias de vida distintas.

Cada alter es, en esencia, otra persona. Puede ser un minero, un médico, un científico, con habilidades, recuerdos y hasta resentimientos que no comparte con nuestro Jan original. Esa convivencia entre múltiples “yo” convierte al juego en un ensayo sobre identidad, destino y decisiones: ¿qué clase de persona hubieras sido si tomabas otro camino? La relación con estos alters —que dudan, piden, se enojan o agradecen— aporta una tensión constante.

Además, la trama incluye la presión de una corporación distante que exige resultados, los secretos de la misión original y la incertidumbre de si realmente habrá un rescate. Las decisiones son frecuentes, muchas con un peso ético real. Y lo mejor: no existen elecciones “correctas” o “incorrectas”, sino matices que moldean el desenlace y los vínculos dentro de la base.

Lo más atrapante es cómo The Alters logra transformar un planteo de ciencia ficción en un drama íntimo. No se trata solo de sobrevivir, sino de enfrentarse a las consecuencias de caminos que nunca tomamos. Cada alter actúa como un espejo deformado que refleja elecciones que nuestro protagonista no vivió, y convivir con ellos despierta tanto alivio como incomodidad. Esa capa filosófica convierte al juego en algo más que un survival: es casi un ensayo interactivo sobre la identidad.

El corazón de The Alters está dividido en tres capas: la gestión de la base móvil, la exploración del planeta y la interacción con los alters.

La base funciona como una estación sobre ruedas que podemos ampliar con nuevas habitaciones. Cada sector tiene una utilidad concreta: desde laboratorios y refinerías hasta gimnasios o áreas de descanso. El truco está en equilibrar la expansión con los recursos disponibles, asignando tareas a cada alter según sus habilidades y estado de ánimo. Mantenerlos productivos no solo es práctico, también es una cuestión emocional.

Fuera de la base, el juego se convierte en una experiencia de exploración en tercera persona. Allí recolectamos materiales, instalamos estaciones mineras y lidiamos con peligros ambientales: radiación, anomalías, tormentas magnéticas. Todo bajo la amenaza permanente de un amanecer que, si nos sorprende sin haber puesto la base en marcha, nos fulmina. El tiempo es limitado, aunque en dificultad normal nunca se siente una carrera imposible sino una presión justa que mantiene la tensión.

La variedad de sistemas es amplia y sorprendentemente balanceada. La rutina de recolectar, construir y sobrevivir se renueva constantemente con mejoras, nuevas herramientas y misiones narrativas. Eso sí, la experiencia se ve afectada por algunos bugs y cuelgues que obligan a repetir jornadas enteras, un punto débil en un juego que depende tanto de la planificación.

El juego brilla cuando la gestión de recursos y la tensión narrativa se cruzan. Planear qué alter despertar y en qué momento puede significar la diferencia entre avanzar o quedar varado, y esa planificación estratégica se mezcla con el factor humano: un minero eficiente pero resentido puede ser tan útil como problemático. El bucle de explorar, construir y resolver conflictos se siente siempre en movimiento, y la presión del amanecer añade un suspenso constante, como un reloj de arena gigante sobre la partida.

Visualmente, The Alters aprovecha muy bien Unreal Engine 5. Los paisajes alienígenas impactan con biomas extraños y cielos que parecen sacados de una película de ciencia ficción de los 80. Los interiores de la base, aunque más sobrios, transmiten esa mezcla de aislamiento y rutina de supervivencia.

El trabajo de actuación es sobresaliente: Alex Jordan interpreta a todas las versiones de Jan, logrando matices únicos en cada alter. Es un esfuerzo vocal que sostiene gran parte del peso narrativo. La música, por su parte, mezcla sintetizadores retro con un tono melancólico que potencia cada dilema y cada exploración. Hay momentos audiovisuales que podrían confundirse con escenas de cine de gran presupuesto.

Más allá de su apartado técnico, el gran logro visual de The Alters está en cómo transmite aislamiento y rareza a través de escenarios inmensos, llenos de silencio y de una luz que anticipa peligro. La estética recuerda a clásicos del cine espacial, con ese aire de retrofuturismo que mezcla lo bello con lo inquietante. La música acompaña en la misma sintonía: sintetizadores melancólicos que suenan como un eco del vacío, potenciando la idea de que cada paso fuera de la base es un viaje existencial tanto como físico.

The Alters se anima a una premisa ambiciosa y la ejecuta con inteligencia. Sus mayores aciertos están en la narrativa y en cómo obliga a lidiar con dilemas personales y colectivos, a la vez que plantea un loop jugable sólido entre exploración y gestión. Sus puntos débiles: la presencia de bugs y lo repetitivo que puede volverse la rutina en tramos largos.

Es un juego recomendado para quienes disfrutan de las historias de ciencia ficción con peso filosófico y para los fanáticos de la gestión con un giro narrativo fuerte. No es un título para quienes buscan acción constante, pero sí para quienes quieren una experiencia inmersiva, reflexiva y distinta.

Me dedico a los medios y la publicidad en la generación de contenidos digitales. Siempre estoy hablando de videojuegos. Agradezco todos los días a la vida por haber puesto en mi camino a Shadow of the Colossus, quien encendió el fuego de esta pasión por los jueguitos. Fan de los RHCP, Tool, Star Wars y Marvel Snap. Jamás pude dejar el LOL.

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