Game Review: Hellbreak

Game Review: Hellbreak

Game Review: Hellbreak

Un infierno que se juega una y otra vez

Hellbreak es lo nuevo de Double Barrel Games, publicado junto a Biotech Gameworks. Disponible en Early Access para PC desde junio de 2025, el juego llega con la mochila pesada de las comparaciones con DOOM, pero no pretende ser una copia. Lo jugué en PC y desde el primer menú entendí de qué va la propuesta: acción infernal, metal a todo volumen y un loop pensado para que cada partida termine en otra.

Esta Game Review está libre de spoilers.
¡Es seguro seguir leyendo!

Aunque Hellbreak no tenga una trama convencional, su narrativa se construye a partir de la atmósfera. Cada partida arranca en un coliseo infernal con demonios como público, lo que transmite la sensación de estar participando en un espectáculo macabro. Esa idea de ser un gladiador en el infierno funciona como trasfondo suficiente para que la experiencia tenga un peso propio sin necesidad de cinemáticas ni diálogos.

La inspiración en DOOM es evidente, pero lo interesante es cómo Hellbreak se despega. Mientras el clásico de id Software usaba lo narrativo como excusa mínima para la masacre, acá la narrativa está implícita en la puesta en escena: la combinación de lo gótico, lo medieval y lo grotesco refuerza la idea de estar en un universo paralelo donde todo lo que importa es sobrevivir.

El verdadero relato emerge de cada partida y de las decisiones que tomamos durante el caos. ¿Mejorar un arma básica o apostar a un perk arriesgado? ¿Buscar un punto de cobertura o lanzarse al ataque? Cada run se convierte en una microhistoria con su propio desenlace: resistimos, caemos, mejoramos, volvemos. Ahí está la narrativa: en el loop mismo de jugar y morir.

Hellbreak combina la velocidad de un FPS clásico con un sistema de progresión roguelike que da identidad a cada run. Los controles responden de inmediato y el ritmo es tan frenético que apenas hay tiempo para respirar. Se dispara, se esquiva, se carga y se vuelve a disparar, en un ciclo que nunca pierde intensidad.

El arsenal es variado y con personalidad: desde un revólver tosco hasta cañones infernales que parecen arrancados de un sueño febril. Todas las armas tienen peso, sonido y presencia. El plus llega con el sistema de upgrades: más de 80 mejoras posibles entre bendiciones y perks que se acumulan de manera distinta en cada partida. Esa imprevisibilidad es la que mantiene viva la rejugabilidad.

Las arenas, aunque por ahora limitadas en cantidad, están diseñadas para sostener este ritmo: verticalidad, recovecos estratégicos y puntos de aparición impredecibles que obligan a moverse sin parar. Cada escenario es un campo de batalla donde la supervivencia depende tanto de la puntería como de la capacidad de leer el espacio. En conjunto, el juego logra un equilibrio notable entre caos y control.

En lo visual, Hellbreak no busca el realismo minucioso sino la contundencia. Los escenarios mezclan lo infernal con lo medieval y lo gótico, generando un entorno reconocible pero con identidad propia. Aunque no deslumbra en detalle, sí transmite brutalidad y urgencia, que es lo que importa en un juego donde la acción manda.

El rendimiento técnico es sólido: la prioridad está en la fluidez y la velocidad de respuesta, y salvo caídas puntuales cuando todo explota en pantalla, cumple con creces. Esto es clave porque en un FPS de ritmo tan alto, un mínimo delay puede arruinar la experiencia. El Early Access todavía deja ver márgenes de mejora, pero la base está bien plantada.

El apartado sonoro es, probablemente, el más memorable. Desde el menú inicial, el metal industrial golpea con fuerza, marcando el tono noventoso y visceral del juego. Los disparos suenan pesados, cada explosión vibra, y la música empuja la acción en lugar de acompañarla. Es imposible no pensar en Mick Gordon y DOOM Eternal, pero Hellbreak se permite una identidad propia dentro de ese linaje: riffs que hacen que cada headshot se sienta como parte de un recital infernal.

Hellbreak sabe exactamente lo que quiere ser: una máquina de acción repetible hasta el hartazgo, con metal a todo volumen y un sistema de mejoras que invita a “una partida más” incluso después de morir mil veces. No inventa nada, pero lo que hace, lo hace con confianza y energía. Para fans de los FPS frenéticos y de la cultura heavy metal, es una descarga de adrenalina pura.

Me dedico a los medios y la publicidad en la generación de contenidos digitales. Siempre estoy hablando de videojuegos. Agradezco todos los días a la vida por haber puesto en mi camino a Shadow of the Colossus, quien encendió el fuego de esta pasión por los jueguitos. Fan de los RHCP, Tool, Star Wars y Marvel Snap. Jamás pude dejar el LOL.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *